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En la vida ocurre a menudo que nos confundimos de enemigos, que tomamos medidas de precaución frente a las personas equivocadas. En ese sentido, no deberíamos temer a los fuertes, sino a los débiles. Es la deriva imprevisible, caprichosa y errática de sus flaquezas aquello frente a lo que deberíamos permanecer siempre alerta.
En sus Memorias de ultratumba, Chateaubriand escribe: la vanidad no satisfecha de los mediocres produjo tantas masacres como el orgullo herido de los lisiados.
En literatura, la reflexión es anterior a la acción. Es más sencillo inventar un argumento a partir de la reflexión, que reflexionar después de haber hecho actuar al personaje. Sí, en literatura las escenas deben ser la demostración de un pensamiento previo, el producto narrativo de una verdad expresada antes poéticamente.