Creo que tendemos a sobrevalorar la esperanza como virtud. Muchas veces nos convendría despojarnos de ella, andar por la vida sin tenerla en cuenta. Creo que a menudo haríamos bien en enfrentarnos a las cosas sin especular tanto con lo que pueda ocurrir, salir a pecho descubierto sin pensar en lo que podemos perder. Sí, porque entonces, ya sin esperanza, lo que quedaría de cada uno de nosotros sería todavía mucho, sería una especie de muchacho valiente e insensato dispuesto a morir con dignidad en cada ocasión.
En Archipiélago Gulag, Solzhenitsyn describe la sumisión excesiva de los presos en las cárceles soviéticas y exclama: «!Esperanza! ¿Nos haces más fuertes, o acaso más débiles?»